miércoles, julio 20, 2005

Las doce líneas del editor

Naturaleza

Al preguntársele qué aspiraba a que dijesen de él después de su muerte, Lincoln respondió: "Ojalá dijeran que al pasar por el jardín de mi prójimo y ver allí un cardo lo arrancaba para poner en su lugar una rosa". Ernesto Sábato, en cierto pasaje de su libro Sobre Héroes y Tumbas, critica un cielo. Bajo criterios plásticos rigurosos desecha su composición, tachándola de cursi.
Observando estas dos afirmaciones de la soberbia humana tenemos alguna pista acerca de los grandes desatinos que han asolado a nuestra pobre Tierra desde que el homo sapiens la holló por primera vez.
¿Por qué habríamos de juzgar al cardo inferior a la rosa? ¿No son acaso ambos creación de Dios? De allí a determinar que los esquimales son inferiores a los normandos hay sólo una cuestión de proporciones.
Pues, ¿no es acaso esta perniciosa tara de pretender dictaminar acerca de lo que es bueno o malo por nuestras pautas culturales o estéticas, lo que lleva por evolución lógica hacia la xenofobia?
En un Universo tan gigantesco y maravilloso, donde no alcanzan, no digamos la ciencia: ni siquiera nuestra imaginación para vislumbrar aunque sea una parte de sus misterios, el único camino para la paz está en llegar a comprender que no tenemos derecho a destruir absolutamente nada de lo que la naturaleza ha creado.

Julio Carreras (h)

La prensa partidaria en la Córdoba rebelde: La Revista Posición (1972-1974)

Por Diego Salerno *  El examen de la experiencia político-cultural de la revista Posición es el principal objetivo de nuestra investigación...