domingo, septiembre 11, 2005

Las doce líneas del editor

Los hombres no lloran

¿Cuándo empecé a contrariar esa norma? No estoy demasiado seguro, pero creo que fue ya avanzando en mi juventud. Sí recuerdo con seguridad una de las veces que lloré, con sacudones que me obligaron a descargar puñetazos sobre la pared de mi habitación. Fue cuando me enteré del asesinato de Víctor Jara.
Era el año 1973. Yo tenía 23 años, trabajaba en una revista de Córdoba, una de las ciudades más cosmopolitas de la Argentina. Nuestra Redacción se había llenado por esos infaustos días de exiliados chilenos. Nos contaban que los criminales de uniforme habían tomado las calles y atrapaban millares de chilenos por el "delito" de soñar una sociedad mejor para su patria. No les alcanzó con los cuarteles y cárceles: debieron habilitar un estadio de fútbol para encerrar los prisioneros.
Hasta allí llegó Víctor Jara. Maniatado, golpeado, humillado. Víctor Jara. Poeta sensible y refinadísimo, cantor de paz y vida, amigo de Violeta Parra. Lo amarraron de rodillas contra un caballete de hierro, en el centro del estadio, para que los 20.000 chilenos, hombres y mujeres, prisioneros allí, vieran la monstruosidad que iban a cometer con él. Varios oficiales tomaron a culatazos las manos del músico, hasta convertirlas en guiñapos sanguinolentos. Después de ese horror miserable, lo mataron.
Hoy, 32 años después, contrarío nuevamente el precepto machista. Pues en el momento mismo en que escribo estas líneas, no puedo evitar el llorar, otra vez, por Víctor Jara.

Julio Carreras (h)

La prensa partidaria en la Córdoba rebelde: La Revista Posición (1972-1974)

Por Diego Salerno *  El examen de la experiencia político-cultural de la revista Posición es el principal objetivo de nuestra investigación...