lunes, junio 11, 2007

Muertos de amor: El libro de Lanata según Bustos y Jouvet

Ex guerrilleros se desconocen en el relato de Muertos de Amor


Por Luis E. Rodeiro


Muchas veces el periodismo tiene momentos azarosos, vientos que de repente soplan a favor. Esta nota lo es. El 25 de mayo pasado, el día de la patria, fui testigo de un encuentro muy particular. Después de casi veinticinco años se reencontraban el legendario Ciro Bustos, protagonista relevante en las dos experiencias del Che, la guerrilla de Salta y la de Bolivia, con Héctor Jouvet, partícipe de la primera de ellas. La última vez se habían encontrado en el exilio, que Bustos lo vivió –y de alguna manera lo vive en Suecia y Jouvet en Francia. Todo fue casual. Tenían poco tiempo disponible para mi curiosidad periodística. Opté por preguntarles, en función de sus profundas vivencias, si se sentían contenidos, expresados, el libro de Jorge Lanata, Muertos por amor, que personalmente me había dejado un gusto amargo. He aquí el testimonio.



Ese día patrio, junto a un amigo, nos habíamos llegado a la casa de Jouvet para visitar a su compañera de toda la vida que estaba enferma. Ignorábamos que ese mismo día, sin previo aviso, Ciro Bustos, prisionero político en Bolivia cuando murió el Che, había arribado a Córdoba para hacer una visita fugaz a sus antiguos compañeros. La razón de su viaje a Argentina fue ultimar los trámites editoriales para la publicación de su libro, una suerte de memoria de aquellas experiencias guerrilleras, que lo tuvieron como protagonista. Un libro que se tornará imprescindible de leer para los interesados en develar los pormenores de aquella historia, escrito con pasión y con dignidad. Lo puedo decir porque gracias al amigo Jouvet tuve acceso a un borrador de los originales. Aparecerá en agosto, que será el tiempo de su próxima visita.


Allí frente mío, uno al lado del otro, Bustos y Jouvet. No había ambiente propicio para una entrevista. La corriente del afecto por el reencuentro, que se extendía a la familia toda de Jouvet, dominaba la tarde. El visitante se mostraba emocionado. Venía, precisamente, de otro encuentro fuerte: la reunión amistosa con Oscar del Barco y Héctor Schmucler, los intelectuales reunidos en torno a la revista Pasado y Presente, que habían apoyado la experiencia guerrillera de Salta. “Sólo faltaba Pancho”, dijo Bustos, en referencia a José Aricó, fallecido en la plenitud de su pensamiento.

Bustos había regresado a la casa de Jouvet para retirar su bolso y partir a Buenos Aires. Había que jugarse, aun con ese clima no propicio para un diálogo formal. Ustedes aquí, les señalé, justo en el momento en que un libro de Jorge Lanata, Muertos de Amor, basado en la experiencia guerrillera salteña, ocupa los primeros puestos de venta en las librerías del país.

Jouvet, cuyas palabras son citadas profusamente en el texto- nos cuenta con desazón: “Mirá, cuando me habló para decirme que esta escribiendo una novela, un texto de ficción, una suerte de metáfora sobre la lucha armada en la Argentina, con eje en la experiencia salteña, le dije que yo no tenía ganas de volver a hablar sobre lo que ya expresé largamente en entrevistas recientes, que incluso habían sido el origen de una polémica muy provechosa. Me dice no, toda esa información la tengo, tanto las declaraciones tuyas como todo el proceso judicial. Un día vino a verme y estuvo 15 minutos conmigo. Hablamos de cosas muy generales”.

Con su ritmo pausado, Jouvet nos revela que después le hizo llegar un borrador que lamentablemente no leyó con detenimiento porque se concentró en una barbaridad histórica contra Masetti, el recordado Comandante Segundo, al frente del grupo guerrillero en espera del Che, adjudicándole con la frase “judíos de mierda”, una intencionalidad antisemita a los desgraciados fusilamientos. “Era realmente una mentira que me alteró. Cuando tuve el libro en mis manos me encontré sí que esa interpretación había sido eliminada, pero me sorprendió encontrar un texto con nombres propios, con palabras testimoniales sacadas del contexto en que fueron dichas y lo que es más grave con sus conclusiones que son elucubraciones personales pero que aparecen de tal manera que pueden ser adjudicadas a quienes nombra, entre ellos a mi mismo. Afirmaciones que en la mayoría de los casos no comparto. Y de esta manera, me siento como utilizado. Los testimonios pertenecen a la entrevistas con Daniel Ávalos para su libro La guerrilla del Che y Masetti en Salta y las que realice para la revista La Intemperie. Ninguna fue preguntada por Lanata. No hay ninguna investigación seria, necesaria aunque fuera una novela. Son palabras, las mías, que me costaron mucho decirlas y los agregados ficcionales de Lanata, deja abierta la posibilidad total que sea yo quien las piensa y las dice”.

Allí es el momento en que interviene Bustos, quien confiesa haber leído muy rápido, pero que le impresiona la forma en que el libro presenta al grupo que estaba en las montañas salteñas “como un rejunte de forajidos, que compiten y se odian entre sí, se desprecian, se destruyen, Y eso es no tener idea de lo que pasaba en el monte. Nada más extraño. Es todo lo contrario”.

“Es así, acota, Jouvet, aún con la sinrazón de los fusilamientos. Había un relación de ayuda, de solidaridad, más allá de ese episodio trágico. Hay momentos en el libro que son tremendos como cuando aparece que entre nosotros, de acuerdo a las jerarquías, le pegábamos a los subalternos patadas en el culo, mientras los insultábamos diciéndoles mariquitas, como quizás le puede decir un oficial a un recluta, pero que yo jamás escuche en el monte. Lamentablemente Lanata no sabe, ni ha investigado, el valor de la palabra compañero en tales instancias, aún con todas las `taradeses´ del militarismo que cargábamos”.

Bustos subraya el tema que es válido para la polémica literaria entre ficción, no ficción, novela histórica: No se trata –sostiene- de un libro de ficción, ya que cita palabras y personas que las pronunciaron, que están vivas, que no necesitan ser reinterpretadas, ni es tampoco una novela histórica porque es evidente que no existe una investigación real sobre los hechos cuya superficialidad deja abierta la posibilidad de la tergiversación histórica, ni tiene una contextualización del momento en que sucedieron. Y va más allá . "Es un libro meramente oportunista, cuyo único criterio es el comercial. Yo creo que se puede discutir las posiciones políticas, lo que se pensaba ideológicamente, pero lo que para mí no se puede hacer es hablar de lo que pasó hace 40 años, con la visión que podemos tener ahora, con los cambios que han sucedido sin interrupción, con el conocimiento actual... Si alguien hoy me propusiera algo similar a lo que hicimos 40 años atrás, no dudaría en decir rotundamente que no. Los tiempos son totalmente distintos. Por eso yo reivindico aquella opción, reivindico la opción por la lucha armada, en ese momento particular de la historia”.

“En definitiva nos presenta como un grupo de loquitos, concluye Jouvet, que fuimos al monte porque no teníamos nada que hacer y entonces competíamos y nos peleábamos entre nosotros. Por supuesto que hacemos una autocrítica y, en mi caso, han quedado planteadas sin tapujos, ya sea en la entrevista de Daniel Ávalos para su libro, como en la entrevista para la Revista La Intemperie”.

¿Libro de ficción, de no ficción, novela histórica? Tema para especialistas, Lo que sé es que los protagonistas de la historia real no se sienten contenidos en la historia literaria de Jorge Lanata.



Paradoja

El nombre de la novela de Jorge Lanata, Muertos de Amor, está entresacada de un poema de Alberto Szpunberg titulado precisamente egepé y que dice: “Abajo aquí sus huesos sus fusiles este atadito de hombres/ no sé la tierra cómo hace que se aguanta / los que avanzan sobre ella son las mejores noticias que nos llegan de ustedes / denle, muertos de amor, sostengan que nacemos”. El poeta dice que “el libro es una grosería, también que haya usado un verso de un poema mío”.

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