Por Javier Rodríguez Pardo
Medios periodísticos cuyanos informaron que visitó la provincia de San Juan el primer secretario de la Embajada de Estados Unidos, Richard G. Miles y que fue recibido por el vicegobernador y presidente de la Cámara de Diputados, Marcelo Lima.
La nota hubiera pasado inadvertida si no fuera porque abunda en consideraciones políticas alarmantes y datos que el propio Dr. Marcelo Lima se encargó de difundir: "Uno de los problemas básicos que presenta nuestra provincia es que el 80% de su geografía está constituida por montañas y serranías y sólo el 20% está destinada al agro", sentenció el gobernante y agregó: "Es por esto que el proyecto agroindustrial que tenía la provincia anteriormente, esta prácticamente agotado. Esta situación -dijo Lima sin inmutarse- ha hecho que San Juan desde hace tiempo, incluso en otro gobierno, se proponga la extracción minera como la posibilidad para que la provincia elabore una política de verdadera inclusión social."
Es comprensible reconocer que, en este marco de sesudas reflexiones, aparezcan definiciones políticas después de recibir al secretario de la embajada norteamericana. El lector no necesita que le expliquen cuáles fueron los temas tratados y las razones del visitante, preocupado como toda la administración del presidente George Bush, en apuntalar los planes de expansión minera y de los intereses, tanto personales como de la propia potencia del norte.
Hay que admitir que para el gobernante sanjuanino las montañas son un problema y su preocupación es convencer a su pueblo de que efectivamente además de que generan un problema, porque abundan, los amigos de USA las quieren explotar y hay que entregarlas; pero el dirigente no comenta los entretelones de la entrevista sino que su mensaje consiste en enfatizar el hecho de que las montañas son un trastorno y, en contraste, "el proyecto agroindustrial está agotado". Ergo, hay que pulverizar la geografía sanjuanina, debemos crear más cráteres y socavones, y si es posible hacer desaparecer esa molesta cordillera que nos impide la vista al Pacífico.
Uno quisiera enfrentar a estos señores, que además dicen que gobiernan y administran los intereses de su pueblo, y plantearles el clima benefactor de las montañas y de los glaciares de superficie o los encapsulados en las entrañas de la cordillera; contagiarles el concepto de que en sus cúspides, el macizo andino es una permanente fábrica de agua que escurre hacia los desiertos generando oasis y fertilidad y cuanta vida hay en sus valles y faldeos en ambas cuencas, la del Atlántico y la del Pacífico. Pero ¿servirá de algo intentar razonar con semejantes delincuentes políticos, capaces de repetir públicamente el discurso que trae el agente yanqui?
Veamos. Los productores agropecuarios, no sólo de la región cuyana, viven alarmados por el proteccionismo que el país del norte ejerce sobre sus productos. Esto parece no importarle al gobierno provincial. Tampoco que Mr. Miles sea un funcionario de la embajada norteamericana del área político militar, cosa que él no esconde y que incluso se jacta de ello: "responsable de las políticas de lucha contra el terrorismo y de las relaciones exteriores de la Argentina", centraliza toda la inteligencia referida a "las provincias de Jujuy, Córdoba, Misiones y San Juan". Nada menos que la región clave del acuífero guaraní, la zona noroeste que limita con Bolivia y Chile y posibilita saltar sobre Perú, el centro del país y, finalmente, la provincia cuyana donde se aplica por primera vez el Tratado de Implementación Conjunta Argentino Chileno, el territorio enajenado a ambas naciones para extraer, saquear, los recursos no renovables diseminados en la vasta extensión cordillerana, asiento de innumerables minerales críticos y estratégicos, como ya sabemos y venimos denunciando.
Hace unos días, en un programa matutino de radio El Mundo, la pregunta que se le formula a César Gioja, jefe de asesores del gobierno que ejerce su hermano, en la provincia de San Juan, generó una desconcertante respuesta: "Hay que explotar la minería porque nos estamos quedando sin agua y en consecuencia no tendremos agricultura". Como si para explotar la minería a tajo abierto y lixiviar las rocas no fuera necesario mayor caudal de agua que el utilizado por los regantes cuyanos, quienes además no necesitan destruir glaciares, ni desviar ríos, ni secar acuíferos, ni aplicar la sopa química contaminante de la minería metalífera que vienen a buscar las multinacionales del norte.
Cuando transmití esta información a la Federación de Viñateros y Productores Agropecuarios de la Provincia de San Juan, la indignación y el asombro produjo exaltadas respuestas, añadidas al desconcierto reflejado en los rostros de quienes certifican la calidad de los viñedos, manzanos y perales, que acompañaban precisamente a los exportadores de estos productos en ocasión de una de nuestras disertaciones, días después de la visita del encumbrado funcionario de la embajada de los marines.
¿A qué vino Richard Miles?
Creemos que fue muy útil su visita porque pudo explicarle al funcionario argentino que "uno de los problemas básicos de San Juan es que hay muchas montañas". Y esto hay que resolverlo.
Pronto, claro, bien. En un momento de crisis informativa, debido a los intereses que inmovilizan a las agencias globales, intentaremos informar sin restricciones, expresarnos con claridad y que la información provista sea útil a nuestros abonados.
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