sábado, julio 23, 2005

Restablecer la Soberanía Alimentaria y la Justicia Social



Por: Jorge Eduardo Rulli *

Editorial del Programa Horizonte Sur
Sábado 23 de Julio - Radio Nacional Argentina

Hemos leído en estos días, y en medio de los previsibles realineamientos preelectorales, algunas adhesiones al gobierno del doctor Kirchner que, entre otras razones sumamente válidas, se fundamentan en supuestos éxitos tales como que nuestra política exterior dejó de ser de relaciones carnales. Y al parecer es prueba de ello que la Argentina cambió el voto en el Comité de DDHH de las Naciones Unidas sobre Cuba.
Bien, hay un sector superficialmente progresista que pareciera creer que todo lo atinente a Cuba corta aguas entre lo que es bueno y lo que no lo es. Que la Argentina haya cambiado su voto sobre Cuba en el Comité de DDHH de la ONU puede ser importante para nosotros quizá, al menos para nuestra dignidad como país supuestamente soberano, pero no lo es necesariamente ni mayormente para Cuba, luego de más de cuarenta años de Revolución, en que los cubanos no han dependido precisamente de las resoluciones favorables o desfavorables de las UN sino en principio del apoyo del campo socialista y luego de sus propios recursos. Pero los progresistas y la izquierda “progresista” en general no parecen ir mucho más allá de las consignas antiimperialistas y conocen poco de la política exterior y de los desafíos que debe enfrentar un Gobierno que pretende una cierta autonomía. Por eso tenemos tantos ejemplos penosos como el que nos presenta hoy en día el gobierno uruguayo de Tabaré Vazquez que, a pocas semanas de ser Gobierno ha demostrado de modo palpable que no se propone modificar en absoluto la tradicional dependencia del Uruguay, sus ataduras internacionales y su rol de país proveedor de pulpa de papel para los países centrales y particularmente hacedor de los procesos industriales de la pasta de papel que, aquellos países evitan hacer en el propio territorio por la peligrosidad que implican para sus recursos y en especial para la propia población.

La política exterior de la Argentina es, desde hace muchísimos años, el corazón mismo de la política en la Argentina. En particular desde los años 90 y en especial desde la reforma constitucional del 94 en que los Convenios Internacionales tomaron decisivo predominio sobre las leyes locales y una enorme cantidad de tratados nos privaron de toda autonomía respecto a las relaciones jurídicas con las empresas, las patentes y regalías, la relación con los mercados y hasta con el diseño mismo del país, su ordenamiento territorial, y toda posibilidad de tener alguna estrategia que no sirva de modo funcional a las empresas transnacionales. Esta hazaña de transformar a un país en neocolonia de una manera casi irreversible y sin que la propia población lo advierta, fue obra del ministro Corach, de los funcionarios del INASE, de la CONABIA y de muchas otras áreas del Estado, pero también de los cuadros directivos de nuestra Cancillería que es donde reside la inteligencia antinacional por excelencia.
Porque si la política exterior de la Argentina es el corazón mismo de la política en la Argentina, el núcleo de Poder político que se esconde en la Cancillería es el corazón mismo del Poder oligárquico y transnacional en el país neocolonizado. Durante muchos años pensamos que Brasil tenía las características excepcionales de una Cancillería como Itamaratí que motoriza sus políticas nacionales. Nos equivocamos, nosotros también tenemos una Cancillería excepcional, aunque con una diferencia que no es menor, aquella sirve los proyectos de la burguesía paulista mientras que la nuestra sirve los intereses de las multinacionales y de los EEUU. Lo hemos comprobado en cantidad de encuentros internacionales y especialmente en los vinculados con el Convenio Internacional de Biodiversidad, Convenio que los EEUU no firmaron y donde por lo tanto no tienen la participación plena que sí tiene el resto de los países firmantes. Siempre eran los funcionarios argentinos quienes los representaban, quienes daban voz a la delegación norteamericana y quienes batallaban duramente por los intereses y las políticas de la gran potencia.
Lo volvimos a ver en Montreal en el 2002, cuando se firmó el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena. La delegación argentina era la voz y la voluntad abierta de las empresas, la delegación que resistió en soledad hasta el último minuto dicho acuerdo, poniendo palos en la rueda y buscando negociaciones que hicieran confuso el texto y por lo tanto lo hicieran imposible de cumplir. Hoy, a tres años de aquel encuentro, cuando el Protocolo ya ha excedido la cantidad de países firmantes que requería se puesta en práctica y por lo tanto se encuentra en vigencia, aún la Argentina no lo ha refrendado y sigue sin cumplirlo en el espíritu y en la práctica. Hasta China, nuestro gran comprador de soja transgénica lo ha reconocido en plenitud, nosotros no. Nosotros nos negamos a certificar los productos transgénicos en el mercado nacional condenando a los consumidores argentinos a ingerir transgénicos sin elección, y tan sólo rotulamos los conteineres porque a eso nos obliga el Protocolo y de lo contrario no podríamos venderle nuestra soja al mundo.
Nosotros aún nos negamos a reconocer la diferencia entre una semilla transgénica y su par convencional, porque continuamos reconociendo de modo oficial el obsoleto y falto de todo respaldo jurídico criterio de la llamada equivalencia sustancial, una norma que equipara todo lo meramente parecido y que solo tiene vigencia en la Argentina y en algunos Estados de la Unión. Nosotros como país, desde nuestra cancillería, hemos demandado a finales del 2002 a la UE en los tribunales de la OMC junto a los EEUU y a Canadá, acusándola de poner trabas al libre comercio por limitar las plantaciones y comercializaciones de OGM en su territorio, y cuando en aquel entonces, conversamos sobre este tema con el Jefe de Gabinete, con el Secretario de DDHH y otros funcionarios, nos encontramos con sorpresa que las ignoraban absolutamente y tenían que referenciarse en sus subordinados de carrera para informarse por dónde iba nuestra política internacional.
Como GRR hemos presentado un expediente en Cancillería cuando el Embajador Ablin que alguna vez fuera del equipo de Ruchauf, cuando éste fuera canciller, escribiera en la contratapa de Clarín rural fundamentando que el modo de entrar de la Argentina en la guerra de Afganistán y en las otras que se preveían, era la de poner contra la pared a la Europa renuente a entrar en la guerra, presionándola con el gran tema de la Biotecnología. Y que ese acoso a la Europa de la seguridad alimentaria era nuestro aporte a las guerras de los EEUU. Lo denunciamos por peligroso traidor a la patria en un expediente que Martín Redrado y luego el Canciller Bielsa jamás nos respondiera. Entonces, creemos que nada ha cambiado en lo sustancial y que ese núcleo duro de poder enquistado en nuestra Cancillería permanece intacto, ahora fortalecido con los cuadros que dejara en puestos claves Martín Redrado cuando fuera trasladado al Banco Central y que ese núcleo de Poder condiciona de hecho muchísimas de nuestras políticas nacionales, subordinándolas a un pensamiento neocolonial, de énclave de monocultivos, de país laboratorio de OGM, de país jurídicamente dependiente y de políticas que ignoran y descreen de toda proyección de defensa del medio ambiente.

Sin embargo, pese a tantas dificultades, nosotros estamos peleando para cambiar este modelo de política exterior y a veces dando batallas que sorprendentemente ganamos. Y quiero hoy mencionar dos, en reconocimiento y en homenaje a nuestras compañeras del GRR Europa. La primera fue que nuestra presencia en el encuentro Five Years Freeze, el principal foro de la Gran Bretaña contra los transgénicos. Este encuentro reunió a las principales ONGs británicas ecologistas tales como GAIA, Greenpeace, Amigos de la Tierra y su objetivo era tratar el tema del forraje, sobre todo de la Soja. Se realizó a mediados de julio en Londres, y fue decisiva para instalar el tema de rol de nuestros países en la producción de forrajes. Aún con la presencia de Jan Martin Dros, el consultor holandés de la WWF, el Fondo para la Protección de la Naturaleza que con base en Suiza impulsa a nivel mundial las propuestas de Soja Responsable, nuestras compañeras lograron persuadir al conjunto de los presentes con razones y describiendo el horroroso e inevitable destino que se le depara al MERCOSUR con estas políticas globales. El encuentro terminó proponiéndose organizar una nueva alianza de ONG y movimientos Sociales en que los temas de la Soja se vinculen con los DDHH, así como con los derechos rurales y campesinos, con el Comercio justo y con producciones que aseguren sustentabilidad. Asimismo y es lo más importante, se comprometieron los presentes a iniciar campañas inmediatas contra los forrajes transgénicos, pero ahora y ese fue nuestro aporte decisivo, en la perspectiva de que los países de Europa se propongan producir sus propios piensos y liberen por lo tanto gradualmente a nuestros países de los actuales roles de republiquetas forrajeras. No es un triunfo más, ha sido un cambio de curso de los acontecimientos que en todas partes tenían a la propuesta de Soja sustentable y a los mercados certificados con forrajes orgánicos, como única meta posible de las organizaciones de la Sociedad Civil europea. Otra noticia importante fue la de informarnos en ese mismo encuentro que Greenpeace Inglaterra disponía desde el año anterior de un estudio de viabilidad de producción de forrajes locales como medida para bloquear la importación de piensos transgénicos, a la vez que para desarrollar propias pautas de Soberanía Alimentaria. Ello es aún más sorprendente si consideramos que en la misma época, Greenpeace Argentina estaba por lo contrario, profundizando su compromiso con las empresas de agronegocios en el Foro por los Cien Millones de Toneladas convocado por la Fundación Vida Silvestre para aumentar la exportación de granos para forrajes, o sea para aumentar y profundizar nuestra dependencia.

El otro gran triunfo que mencionaba se obtuvo en relación a la matanza de campesinos por sojeros brasileños en la zona de Caaguazú, territorio del Paraguay. Luego de intensa recolección de pruebas, incluyendo informes y testimonios fotográficos, nuestras compañeras del GRR Europa, en estrecha coordinación con el MCP, el Movimiento Campesino Paraguayo, y las compañeras de la CONAMURI, consiguieron que fuera aceptado por las UN en Ginebra la denuncia del crimen. La presentación sobre los acontecimientos de Tekojoja fue realizada oralmente este martes por el Sr. Tomas Condori de la organización CEA-CISSA (Comité Exterior de Apoyo al Consejo «Indio» de América del Sur), en la Comisión de Derechos de Pueblos Originarios de la ONU. Ahora nuestras compañeras se ocuparán de hacer el seguimiento de la denuncia y se está informando de este triunfo sobre la incomunicación y la impunidad de los Sojeros, a los diversos agrupamientos campesinos y de mujeres del hermano Pueblo del Paraguay.

Con esta primera denuncia se nos abren nuevos campos de acción, entrar en los organismos internacionales para denunciar las consecutivas violaciones de los derechos humanos que se están produciendo en todas partes como consecuencia del avance de la Agroindustria. Esta vez hemos denunciado el caso de Tekojoja, pero ahora podremos hacer llegar más denuncias tanto del Paraguay como de la Argentina. Es nuestro propósito el de lograr algún día a realizar presentaciones en común con otras organizaciones hermanas del MERCOSUR, que expongan a la industria de la soja y en especial a MONSANTO como principal responsable de tantos atropellos, crímenes y devastación de los ecosistemas.

Para terminar, queremos decir que no será fácil salir del ahogo actual que provocan los monocultivos transgénicos, ni será sencillo recuperar nuestros campos devastados y volverlos a poblar con familias rurales que se arraiguen a la tierra. Pero lo lograremos, estamos seguros que más tarde o más temprano lo lograremos, porque tenemos mucho tiempo por delante, porque tenemos hijos y jóvenes en los que sembramos la Conciencia Nacional y el amor por la tierra, porque cada día somos más y porque no habrá otro destino para nuestro país ni para la América del Sur si no restablecemos la Soberanía Alimentaria y la Justicia Social.


Del Grupo de Reflexión Rural.

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