Medios violentando la realidad
Por Julio Carreras (h)
Los medios de comunicación occidentales son incapaces de comprender lo que sucede en Irán
La tortura no es una forma de obtener la verdad, sino el intento de confirmar lo que el torturador cree. De esta manera las elecciones de Irán son analizadas una y otra vez, por los medios occidentales, no con la necesaria actitud de objetividad que debiera caracterizarnos a todos los periodistas, sino con obstinación por arrancar conclusiones que satisfagan una pesada batería de prejuicios y concepciones ideológicas euro-norteamericanas.
Así, la victoria del líder antiimperialista Mahmud Ahmadinejad, es mostrada como “un triunfo ultraconservador” que “amenaza las tibias conquistas culturales” obtenidas durante un periodo calificado como de “moderación”. Ahora bien, ¿cuáles con esas “conquistas”? ¿Acercarse al “modelo occidental” representa en verdad un avance para pueblos como el iraní, cuna de la civilización y fuente de sabiduría cuando los europeos eran especies de animales erguidos que comían carne cruda con sus manos? Volveremos sobre esta cuestión en otra oportunidad.
Ahora queremos justificar nuestra metáfora sobre la tortura. No es arbitraria. Esta actitud -aplicada de un modo ejemplarmente paroxístico en Abú Grahib- se encuentra en la raíz de la cultura anglosajona, base de la hoy llamada “cultura occidental” (que entre paréntesis no es la nuestra, indolatinoamericanos). La Voluntad de Poder-Dominación se manifestó en el antropocentrismo, que ha marcado esta civilización desde sus orígenes, como todos sabemos, cargados de violencia. Someter la Tierra, aprovecharse de sus recursos, ignorar la autonomía de los demás seres vivos e inertes, conquistar otros pueblos y dominarlos para construir “prosperidad”; esto es lo que ha inspirado en los últimos cuatro siglos a una pequeña porción de la humanidad... dueña de los medios del Poder, Saber y Tener. Su expresión más nítida se manifiesta a partir del siglo XVII -época en que se comenzó a montar la maquinaria industrial. René Descartes (1596-1650) enseñaba que el ser humano “es el dueño y maestro de la naturaleza”. Francis Bacon, padre del Método Científico, veía el laboratorio como una cámara de torturas: “Se debe forzar, coaccionar, torturar a la naturaleza hasta que entregue todos sus secretos”, escribió.
No sorprende, pues, que con tales antecedentes, la CNN nos entregue hoy una percepción de Mahmud Ahmadinejad -nuevo presidente democrático de Irán-, como presagiando un ominoso futuro de tinieblas para toda la humanidad. Y que sus homólogos, autodenominados “occidentales”, repitan como cacatúas una y otra vez “¡fundamentalismo!”, “¡reacción!”, “¡religiosidad!” (como si fuese una mala palabra), “¡antioccidental!”... Es que los instrumentos de tortura del pensamiento anglosajón no han logrado torcer la voluntad de un pueblo sabio como el de Irán, que 26 años atrás ya supo sacarse de encima a ese Frankestein impuesto por EE.UU. , el shá. Un pueblo que no está dispuesto, hoy, a dejar caer sus verdaderas conquistas trascendentales: independencia económica, autodeterminación cultural, equilibrio social basado en sus propias tradiciones.