Por Mario Osava *
Una drástica reducción de la contaminación causada por el transporte en las grandes áreas metropolitanas de Brasil podría ahorrar 50.000 millones de dólares en los próximos 20 años, al evitar la muerte prematura de 47.000 personas y la enfermedad de centenares de miles.
La estimación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo se basa en los resultados de la primera fase del Programa de Control de la Contaminación del Aire por Vehículos Automotores (Proconve), adoptado por el Consejo Nacional de Medio Ambiente en 1986.
El programa redujo entre 80 y 90 por ciento las emisiones contaminantes de vehículos nuevos, evitando 4.500 muertes prematuras entre 1997 y 2000 y ahorrando entre 3.000 y 4.000 millones en costos sanitarios, según el estudio de la Facultad de Medicina.
Estos son datos destacados en la IV Conferencia Internacional de Emisiones Vehiculares, que tiene lugar este miércoles y el jueves en Brasilia, con el fin de intercambiar informaciones entre expertos, autoridades ambientales y empresarios de varios países e impulsar políticas de reducción de la contaminación urbana.
Las emisiones contaminantes del transporte --partículas en suspensión, plomo, óxidos de nitrógeno, dióxido de sulfuro, monóxido de carbono y ozono-- pueden provocar graves daños a la salud, desde trastornos neurológicos y reducción del coeficiente intelectual en niños, hasta enfermedades respiratorias crónicas, hipertensión, irritación en la vista y hasta muerte prematura.
México es un ejemplo de que se puede mejorar rápidamente el ambiente en las grandes ciudades con medidas de control, dijo a IPS el presidente de la Asociación de Fabricantes de Equipos para el Control de Emisiones Vehiculares en América del Sur (Afeevas) Roberto Pereira, organizadora de la conferencia.
En pocos años, México pasó de ser uno de los más rezagados a liderar la región en materia de control de esa fuente de contaminación, con leyes reguladoras basadas en el modelo estadounidense, informó Pereira. La industria se resistió, pero el gobierno se impuso, acotó.
Por eso, para exportar automóviles a México, la industria brasileña tiene que cumplir exigencias más rigurosas que las del mercado interno. La tecnología más avanzada encarece la producción, pero una tributación menos elevada que la brasileña compensa los costos, explicó.
Chile también avanzó mucho en esa área. Pero se trata de un país importador de vehículos y combustibles, que puede exigir productos adecuados, observó a IPS Paulo Macedo, coordinador del Proconve.
En un país como Brasil, el proceso exige avances coordinados en el ”triángulo formado por regulación, industria automovilística y combustibles”, por eso el gobierno ”no impone, negocia la regulación con todos los sectores involucrados”, explicó.
Además de los progresos en esa área, Brasil dispone de una ventaja ”que ningún otro país tiene”, la producción de alcohol carburante procedente del azúcar, menos contaminante que los derivados del petróleo porque es oxigenado, y que se usa en una mezcla de 25 por ciento con la gasolina o solo como combustible completo, destacó Macedo.
No es coincidencia que los tres países mencionados, los más preocupados por el problema, tengan las metrópolis más pobladas y contaminadas de la región, Ciudad México, Santiago de Chile y Sao Paulo.
En Brasil, el Proconve promovió una buena mejora en los vehículos, cada vez menos contaminantes, y en los combustibles, lo cual evitó que se agravaran las condiciones ambientales de las grandes ciudades.
Pero la cantidad de vehículos en este país se duplicó entre 1990 y 2003, pasando de 18 a 36 millones, lo que amenaza la salud de sus 182 millones de habitantes, especialmente en las regiones metropolitanas.
La gran batalla ahora es mejorar el gasóleo, consumido principalmente por grandes vehículos como autobuses y camiones, según Gabriel Branco, consultor técnico de la Afeevas.
”Era más fácil mejorar la gasolina y los motores que la utilizan, por eso el Proconve se dedicó inicialmente con éxito a esos productos”, explicó Branco a IPS.
Ahora la meta del programa es reducir la emisión de azufre, que provoca lluvias ácidas, y la contaminación urbana más grave en este momento, el ozono.
El gasóleo brasileño aún emite mucho azufre. El que se vende en las regiones metropolitanas tiene una proporción de 2.000 partes por millón (ppm) y el empleado en el interior del país 3.500 ppm.
La meta es lograr desde 2009 una reducción drástica para llegar a 50 ppm.
Esa es una calidad indispensable que debe tener el combustible para que la industria pueda mejorar sus vehículos, instalándoles catalizadores compatibles para reducir las emisiones, equipos que son dañados por una presencia mayor de azufre, explicó Branco.
El 80 por ciento del óxido de nitrógeno, origen del ozono, es emitido por los vehículos de motores diésel, señaló.
El ozono se produce por la interacción de hidrocarburos y óxidos de nitrógeno bajo la influencia de la luz solar.
Sin nuevas técnicas de refinación no será posible alcanzar la meta. Para eso la Petrobras, empresa estatal que responde por la mayor parte de la producción de petróleo y combustibles en Brasil, decidió invertir 3.300 millones de dólares en sus refinerías hasta 2010.
Pero la solución no será satisfactoria, porque la sustitución del gasóleo será gradual, empezando con 10 por ciento del total, lo cual creará un problema de distribución, observó Pereira. Otras empresas y pequeñas refinerías aún no se adhirieron al programa, lamentó.
Los progresos en el control de las emisiones tendrán que intensificarse, porque dentro de dos o tres décadas, la contaminación urbana se agravará, a causa del aumento de vehículos en circulación, aun adoptando las medidas previstas, advirtió Pereira, que además de presidir la Afeevas es director en Brasil de la empresa belga Umicore.
La Afeevas es una asociación sin fines de lucro de 15 empresas transnacionales que producen equipos y tecnología para controlar la contaminación de los vehículos. Su objetivo es proveer información técnica a favor de políticas nacionales e internacionales que mejoren la calidad del aire y de la vida.
Las nuevas tecnologías implican mayores costos, pero las enfermedades provocadas por la contaminación cuestan más y ”una vida no tiene precio”, argumentó.
Las metrópolis brasileñas también sufren por el gran aumento de motocicletas como nuevo factor de contaminación. Pero este año se inició una producción con mejores tecnologías para reducir emisiones, y estos vehículos serán más tarde incluidos en programas similares al de los automóviles, dijo Macedo.
* Corresponsal en Brasil de la agencia de noticias IPS
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